Cuando menos lo esperas, alguien pronuncia la palabra que aguardabas.
Te sorprende y te alegra y tienes fuerza de nuevo para reanudar la marcha.
Soñando nuevos versos, recoges el equipaje y te levantas.
Hay que seguir.
Tal vez alcance el mar.
Caminante, querido poeta
a tu lado camino y te sigo,
porque enredas en magia tus letras
y como nunca te siento mi amigo.
Caminante venid a mis letras,
porque de ellas te quiero testigo.
Cuando puedas te das una vuelta...,
tus palabras son cálido abrigo.